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El gas natural utilizado, por ejemplo en las estufas de gas, es un gas incoloro, ligeramente perceptible. Es más ligero que el aire, por lo que se acumula en las partes superiores de las habitaciones. Cuando se combina con oxígeno, crea una mezcla altamente explosiva. El gas propano-butano (GLP) es más pesado que el aire y, al igual que el gas natural, forma una mezcla explosiva con el oxígeno. Instalar sensores de gas en estancias donde puedan producirse fugas en la instalación de gas es una forma de detectar tempranamente el riesgo de explosión de gas.
El sensor de gas CGZ-01 se utiliza para monitorear continuamente la presencia de gases explosivos (gas natural y propano-butano) en el aire. Si se detecta un aumento de la concentración de gas (aproximadamente 10% LEL*), el dispositivo activa una alarma óptica y audible, lo que permite al usuario reaccionar lo suficientemente temprano para evitar una explosión o envenenamiento. El dispositivo está equipado con un sensor semiconductor avanzado y un sistema electrónico de autodiagnóstico que señala daños en el sensor. Alimentación 230 V.